miércoles, 11 de mayo de 2011

Logro desbloqueado: ¡Ay, dolor, ya me volviste a dar!

Me he dado cuenta que esto de ser papá me ha hecho mucho más sensible de lo que era con respecto a algunas escenas "padres-hijos", y no exactamente me refiero a escenas de películas.
Cerca de donde vivimos pasa un tren, el cual es conocido, entre muchas otras cosas, por ser un transporte muy usado por los indocumentados sudamericanos. Desde hace unos días, en un puente vehicular que está cerca de la casa los indocumentados se paran a pedir dinero o comida. El 90% de ellos son hombres y solamente una que otra mujer llega a verse pidiendo ayuda a los automovilistas.
El viernes pasado mi Maridita y yo regresabamos del trabajo y como todos los días, ella venía leyendo en voz alta para hacerme parte de la lectura. Llegando a la zona donde estan los indocumentados me tocó ver una escena que me llegó al corazón: Un hombre como de 35 años parado a la orilla del carril de alta pedía comida a los coches y justo a su lado, sentado sobre la barda de puente un niño de más o menos 5 años de edad, jugaba con una varita dibujando sobre el concreto. El lento avance de los coches me permitió ver al padre (mi etapa de padre primerizo me llevó a la conclusión inmediata de que era su hijo) dejar de mirar los autos y sentarse al lado del pequeño que inmediatamente le sonrió y siguió dibujando mientras el papá ponía su mano sobre la de él y lo ayudaba a trazar.
Se que si hubiera visto esta escena antes de ser papá, no hubiera tenido ningún efecto sobre mi. Pero en ese momento me fue inevitable no ver a mi hijo reflejado en ese niño y así mismo comenzar a inventarme las razones por la que padre e hijo se encontraban lejos de su país buscando algo para comer. Pasó por mi mente la imagen del padre que decide buscar una vida mejor fuera de su patria y el hijo que le pide lo deje ir con él. Pasó por mi mente la imagen del padre que por ahorrarle gastos a la esposa decide llevarse al niño en su viaje. Quizá no era su hijo, quizá viajaban junto con la mamá, quizá ni eran indocumentados, pero mi etapa de padre primerizo me hizo dejar de escuchar la lectura de mi Maridita y centrarme en la tristeza que me transmitía esta historia ajena a mi. Hace un tiempo un compañero del trabajo mandó un texto en el que contaba su experiencia con respecto a una escena en donde un niño le pedía un dulce a su papá, ambos indigentes. El texto terminaba en que nuestro compañero se arrepentía de no haber ayudado al padre a cumplir el deseo del pequeño comprandole el dulce el mismo. Mi texto terminará de forma similar: Mi cerebro no deja de atormentarme al pensar que no hice nada por ayudar a ese padre a hacer soportable la estancia de su hijo lejos de su país.

2 comentarios:

  1. hola hola!!! he leido el comentario que dejaste en mi blog... muchas gracias =D la mayoria de las cosas que escribo salen de mi cabecita y mi corazon para mi bebo.. pero otras tantas las he tomado de muchisimas paginas que he consultado.. por lo general las que dicen carta.. esas si son mias... he entrado poco por lo que no he tenido oportunidad de leerte mucho .. espero ya en estos dias que estare de descanso antes de que llegue bebé poder hacerlo saludos!!!

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  2. A mi me ha pasado eso amigo, que ves algo y después dices, pude haber echo esto o el otro para ayudar =( ¿por qué no se me ocurrió en el momento?

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